01/09/2012


Venezuela


Declaración de la Liga Comunista de los Trabajadores-Fracción Leninista Trotskista Internacional ante el Desastre en la Refinería de Amuay

Una nueva tragedia enluta hoy a los trabajadores venezolanos y del mundo. La explosión acontecida el pasado sábado 25 de agosto en la refinería de Amuay, ubicada en la costa occidental de Venezuela, ha costado hasta ahora 48 muertes y 86 heridos.

El incidente ocurrió cuando estallaron 2 esferas almacenadoras de gas propano producto de una fuga en una válvula dañada que debía ser sustituida. En seguida acudieron los agentes del gobierno boliburgués a “lamentar” los hechos, y en un intento de evadir responsabilidades lanzaron la cortina de humo de un posible sabotaje, ya que sólo le importa no empañar su campaña electoral.

¿Sabotaje? El gobierno burgués está insinuando que los trabajadores sabotearon las instalaciones incluso a sabiendas que en caso de un accidente serían ellos mismos quienes sufrirían las consecuencias junto a sus familias que habitan en las adyacencias de la refinería. Es que además, cerca de donde ocurrió el siniestro, se encontraba un puesto de vigilancia de la anti-obrera Guardia Nacional, producto de la militarización represiva de la industria. ¿Cómo puede ocurrir un “sabotaje” de esa magnitud en una instalación petrolera militarizada?

¡Debemos rechazar y denunciar las calumnias con las que la burguesía y su gobierno pretenden zafarse de su responsabilidad!

Por otro lado tampoco se hizo esperar la reacción de la vieja burguesía puntofijista de la MUD opositora que, aprovechando la ocasión para alimentar su funesta campaña electoral y como si se tratara de un simple hecho de mala administración del Estado burgués acusan a la boliburguesía de “incompetente”. ¡Manipuladores! Este tipo de hechos son parte de ese Estado burgués que ellos también aspiran a administrar y por lo cual rivalizan con los boliburgueses para apropiarse de los despojos de la renta petrolera. De modo que salió a hablar uno de los personajes que en tiempos de la IV República burguesa (tan burguesa como la 5ta) administraba la industria petrolera, Humberto Calderón Berti, a justificar una eventual negativa de las aseguradoras a cubrir los gastos del siniestro. Es que estas sabandijas de la oposición burguesa están de acuerdo con el gobierno en que sean los obreros y sus familias quienes paguen con su sudor, no sólo los gastos de este incidente, sino también la crisis de la industria venezolana en su conjunto. ¡Que los burgueses paguen los desastres que han hecho!

Esta refinería, la cual forma parte del segundo complejo refinador más grande del mundo, (después del complejo refinador de Jamnagar en India), es la más importante del “circuito refinador venezolano” que incluye además a la refinería de “El Palito” en el litoral central, la refinería de “Puerto La Cruz” en oriente y la refinería “La Isla” de PDVSA en Curaçao que surte de combustible a la base militar aeronaval más importante que tiene el imperialismo yankee en la región junto con la de Guantánamo. Una base que, estando a sólo 50 kilómetros de la costa venezolana, sirve para custodiar las rutas del canal de Panamá y los yacimientos de petróleo de la región, pero sobre todo –y esto es lo más importante- para actuar rápidamente contra los trabajadores de la región si estos se sublevan contra el sistema de explotación. El gobierno bolivariano-burgués de Chávez es cómplice de la existencia de esta base, así como de las que están en Colombia masacrando a la resistencia, y por eso no solamente lo calla, sino que no le “preocupa” dejar desguarnecido militarmente el resto de la península de Paraguaná donde está la refinería, si al fin y al cabo lo que importa es tener militarizada la propia refinería para reprimir a los trabajadores en un intento de que estos no reclamen por sus demandas con los métodos propios de la clase obrera; para que se aguanten la imposición de una Convención Colectiva que no llega ni a cubrir la canasta alimentaria más rebajada, pactada con la cúpula de la burocracia sindical estatizada, ese montón de parásitos que no sufren los padecimientos de la clase obrera y que no responden a ella.

Hace tiempo que los trabajadores y los sindicatos de base vienen denunciando las pésimas condiciones en que se trabaja en la industria petrolera e industrias básicas, así como del cemento; alertando sobre los altos riesgos de accidentes que corren quienes allí laboran por un jornal misérrimo. Múltiples accidentes han ocurrido ya en las empresas básicas de Guayana como en la Siderúrgica del Orinoco (Sidor), o en la industria del aluminio como Venalum y Alcasa, donde sólo funcionan 2 de las 4 líneas de producción; en otros lugares del país estallan por sobrecalentamiento las estaciones de distribución eléctrica; algunos de estos eventos dejan saldos mortales, otros “sólo heridos”, pero en todos ellos lo que queda manifiesto es la falta de mantenimiento y refacción de las instalaciones, por no hablar de ampliación, lo cual suena casi utópico para los límites de un capitalismo en crisis cuyas políticas la burguesía, tanto bolivariana como puntofijista, es fiel ejecutora.

Ante esta situación, algunos obreros incluso se preguntaban: “¿Acaso es necesario que ocurra una tragedia para que los patronos y la administración corrijan la situación?” La verdad camaradas, es que a la burguesía mundial ni a sus agentes, los burgueses de estos países semicoloniales y dependientes con sus gobiernos, no les importan las tragedias que sufra el proletariado, porque precisamente son ellos los ocasionadores de estas desgracias por el simple hecho de que les resulta rentable y lucrativo. Es a base del hambre, de regímenes de trabajo cercanos a la esclavitud, de masacres y martirios insufribles y de la desgracia de miles de millones de seres humanos que el sistema capitalista se mantiene aún en el mundo. No es sólo en Venezuela que ocurren hechos como este, está el caso de las minas de Chile que se derrumban a cada momento, de los petroleros en Colombia, la refinería que la transnacional petrolera Valero cerró en Aruba y  que Petro-China pretende comprar para refinar petróleo venezolano en sociedad con los boliburgueses, o los hermanos de clase de Curaçao que trabajan para la misma PDVSA, en condiciones igual de paupérrimas que los obreros venezolanos; pero tampoco es solamente en nuestro continente: con una frecuencia pasmosa se repiten los accidentes y explosiones en las maquilas de China y la India. Son muchos los casos a nivel mundial, porque es parte de la política de la burguesía mundial, -ese 1% de parásitos, como lo llamaron los ocupantes de Wall Street- para tratar de frenar la caída de la tasa de ganancias, quemando capitales mediante el cierre de instalaciones de trabajo y despidos masivos,  imponiendo regímenes de extracción de Plusvalía Absoluta (como lo llamó Marx), contra el personal restante, es decir: intensificación del ritmo de trabajo, prolongación de la jornada, estancamiento y baja de los salarios (ya sea negándose a discutir las convenciones colectivas e incumpliéndolas o por medio de la inflación). Todo esto con tal de no invertir en mejoras de los equipos y maquinarias para que sean los trabajadores quienes, con su sacrificio, compensen el desgaste de los medios de producción. Es que en la época del imperialismo decadente, la burguesía ya no es capaz de desarrollar las fuerzas productivas, sino que las destruye y es el proletariado quien paga con su sangre la puesta en marcha de las fuerzas destructivas del capitalismo, como lo sufren las masas sirias martirizadas por el matón de Al-Assad cuya máquina de guerra es alimentada por el combustible que le envía su socio Chávez producto del desvalijamiento de los obreros petroleros. De este modo queda claro que no será la burguesía y sus sirvientes quienes hagan las inversiones necesarias para recuperar la industria, sino que será hecho sólo por un Estado revolucionario de los trabajadores.

Es un mandato del imperialismo aplicar dichas políticas, y tanto las burguesías bolivarianas como las del TLC son fieles cumplidoras para sus amos. Pagan puntualmente la esclavizante y fraudulenta deuda externa, y crean por doquier empresas “mixtas” como en el caso venezolano, donde el capital extranjero se vuelve copropietario de los pozos y yacimientos llevándose la parte del león mientras los trabajadores se “muerden un cable”. Pero la burguesía local no lo hace de gratis; de toda esa rebatiña imperialista le queda su pellejo, que aun siendo pellejo son cifras fabulosas de petro-dólares que de la noche a la mañana hace surgir sectores enteros de nuevos ricos, por supuesto fieles acólitos del gobierno de turno.

El gobierno anunció que iniciará las investigaciones para “determinar” que fue lo que aconteció en esta refinería, pero… ¿Qué es lo que va a “investigar” el gobierno si ya está persiguiendo con sus aparatos de inteligencia policial a los trabajadores que conocen que lo que allí hubo fue una política burguesa de desinversión y no un fantasioso “sabotaje”? No podemos dejar que sea la burguesía y su gobierno la que haga “investigaciones” y juicios, ya que sus resultados son siempre predecibles: condena de los trabajadores y absolución de los patrones, tal como fue el caso del camión cisterna de PDVSA que en diciembre pasado viajaba con sobrecarga por la concurrida y peligrosa Carretera Panamericana en Caracas, produciendo un catastrófico incendio y los sátrapas de los tribunales burgueses cerraron el caso metiendo preso al trabajador que conducía el camión y así se lavaron las manos aplicando su “justicia” de clase. Los trabajadores no tenemos nada bueno que esperar de la susodicha “justicia”. ¡Son los trabajadores quienes deben formar un tribunal proletario para juzgar los desmanes de esta burguesía criminal!

Para evitar seguir “pagando los platos rotos” los trabajadores deben tomar el poder y construir su propio Estado, destruyendo el Estado burgués. El primer paso de esto es librarse de la burocracia sindical traidora, llamando a un Congreso de Delegados de Base con un representante por cada 100 trabajadores y revocables en todo momento con miras a convocar una huelga nacional petrolera que sólo puede triunfar si se une a la huelga en curso de los obreros cementeros y convocando a la misma línea de acción a los trabajadores de las industrias básicas, solicitando la solidaridad activa de sus camaradas de clase de la industria petrolera de Colombia, de Curaçao, Trinidad y Tobago y toda la región, hasta lograr la estatización de TODA la industria petrolera y demás hidrocarburos bajo VERDADERO CONTROL OBRERO, así como de las industrias básicas y del cemento, preparándose con milicias obreras para enfrentar la segura arremetida represiva de la burguesía y su gobierno, como puntal para continuar por la ruta de la Revolución Proletaria.

¡Abajo las calumnias del Gobierno burgués! ¡Aquí no hubo ni “sabotaje”, ni “conspiración”!
¡Que la burguesía y su gobierno asuman las consecuencias de su política criminal!
¡Contra las persecuciones de los trabajadores que denuncian estos crímenes!
¡Fuera la guardia nacional de las refinerías y demás empresas estatizadas!
¡Por la formación de Tribunales Obreros que juzguen los crímenes de los agentes de la burguesía!
¡Por la huelga nacional unificada de los trabajadores petroleros, con los cementeros e industrias básicas como vanguardia del proletariado venezolano: Preparemos desde ahora un Congreso de Delegados de Base!
¡Fuera la burocracia sindical estatizada que frena las luchas de la clase obrera!
¡Los trabajadores no deben seguir pagando con sus vidas los desastres de este sistema putrefacto!
¡Por la TOTAL nacionalización de la industria petrolera bajo el Control de sus Trabajadores, así como las empresas básicas de Guayana y cementeras!
¡Fuera la gerencia patronal! ¡Fuera las empresas mixtas! ¡Por el no pago de la fraudulenta deuda externa!
¡Ni un barril más de petróleo para el genocida de Al-Assad que masacra a nombre del imperialismo!
¡Por un Estado Obrero que ponga la industria al servicio de las masas explotadas de Venezuela y el mundo!

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